Oinopaponton

‘Oh cuándo, cuándo, se desatará la marea sobre el páramo’ Penúltima frase del inconcluso Empédocles de Hölderlin. ¿Ahogar el útero del agua? ¿La marea alcanzará la casa de los dioses? O ¿Ninguna altura resistirá el diluvio universal? Yo, cercano al páramo andino, no interpreto ‘páramo’ como un terreno yermo y raso, sino como ‘el Páramo’, lugar fuente de agua. La palabra en alemán es Dürre, sequedal.  

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‘Here comes the sun king’ cantaba doña Martha mientras pintaba sus ventanas. Días después, el cielo, que cambió del gris a un profundo azul, permitió que el rey viniera y nos abrazara con su intensa luz. El páramo empezó a arder, ‘el fuego vive en la muerte de la tierra’ (Heráclito, B 76), el humo ascendía y caía la ceniza en los techos del poblado. Pero como solo un fuego brilla para siempre, regresaron la lluvia y el viento. En el páramo otra vez la niebla envolvía los frailejones abrasados; ‘El aire vive la muerte del fuego’ (Hr. B 76). Los botánicos notaron que en el corazón de cada frailejón chamuscado algunas hojas habían resistido, solo necesitaban ser abiertas para acoger la niebla y regalarnos agua. ‘El agua vive la muerte del aire’(Hr. B 76). De 80 a 100 años tardará la curación del ecosistema, cuando el agua y la humedad conviertan el sequedal en páramo. ‘La tierra vive la muerte del agua’(Hr. B 76). Se lamentan de que es mucho tiempo, pero es tan solo un parpadeo del sol. 

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Una anciana en mi calle pinta los hierros externos de su ventana en una tarde de lluvia. ¿Está aburrida? ¿Está muy sola? ¿Finalmente su hijo no regresará? O ¿Tiene miedo de que la pintura se le vuelva una roca inservible? ¿No es acaso mejor pintar en un día soleado para que las ventanas sequen rápido? ¿Está loca o es tonta? Lo que no sabemos es que es una señora obsesiva-compulsiva, que todo lo que planea, lo hace. También supimos lo de Tomás, su hijo, lo de las otras 3 casas que tiene, lo de la expulsión de su pueblo natal y lo de la violencia recibida. Dicen que come bien, pero que se siente abandonada, que la empresa que vendió le permite desayunar cada día con mimosas y beber el whiskey dos horas antes de dormir. Pero aun así, no podemos comprender las extrañas manías de doña Martha ni aprehender la totalidad de la esencia de lo que es ser doña Martha. La saludo y pienso que está loca, me gustaría invitarla a un café para que se resguarde del frío y abandoné su labor ridícula. Pero si lo hiciera, no aceptaría, sigo mi camino  pensando en que no entenderemos algo o a alguien en su totalidad, ni en todos sus matices, tampoco a doña Martha, ni el porqué de sus extrañas costumbres.  

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Doña Martha: la vecina loquita que pinta sus ventanas en tardes lluviosas. 

Empédocles: el señor cuatro elementos.  

Heráclito: el del fuego o el de nadie se baña dos veces en el mismo río.

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El del fuego nació primero, en Éfeso, cerca de la costa occidental de la actual Turquía, vivió entre el siglo VI y V a.n.e. Melancólico, misántropo y apático; aunque alejado de la vida pública, advertía cómo la gente no discernía bien entre un hombre notable y uno mediocre o cómo no se percataba de que no era posible purificarse con sangre, pues es querer limpiarse el fango con fango. Ni maestro, ni discípulo, se investigó a sí mismo mientras indagaba qué era eso de la razón- logos que siempre existe. Murió devorado por los perros al cubrirse de excrementos para buscar una sequía de un torrencial aguacero. 

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Hay un mosaico del siglo III que representa al dios Eón rodeado por el círculo del zodiaco en una banda de Möbius. Cuando la observamos, nos da la sensación de no saber si nos encontramos afuera o adentro de su superficie, así, al recorrerla vamos a llegar al punto de partida pero del otro lado de la banda. Así mismo podemos pensar por ejemplo el estado de duermevela, ese dormir en el que no estamos del todo durmiendo ni del todo despiertos. Heráclito caminó por los senderos de esta banda y experimentó los matices sutiles donde fuera y dentro se comunican, donde el sueño toma la mano de la vida: los que sueñan son hacedores del cosmos; donde la vida es morir: duermes y cierras los ojos como el muerto; y donde la muerte es sueño: pues muriendo apagas la vista y te enciendes una luz en la noche oscura. El hongo antes de morir esparce las esporas para que su descendencia regrese. La medusa inmortal (Turritopsis dohrnii) duerme ser pólipo para volver a nacer, en un ciclo donde se duerme para nacer y al nacer se vive para luego dormir.  Si te sueño, vives. Heráclito vivía en duermevela, entraba y salía del círculo. Al esperar lo inesperado, halló lo inhallable, entendió y experimentó cómo la energía del Eón impulsa el movimiento de la Unidad que siempre cambia, que siempre fluye. 

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El de los 4 elementos nació en la actual Sicilia al comienzo del siglo V a.n.e. Fue adivino, poeta, médico, prestidigitador, domador de vientos, hacedor de lluvias torrenciales en sequía, vidente, político, consejero, orador, taumaturgo, señor, muchacha, ave que presagia, estaca y hasta un pez encendido (Empédocles. B 117).  Vestía siempre a la moda. Hechizado por las musas, se dedicó a cantar cómo la Unidad se transformaba en muchos durante los respectivos y eternos reinados de Concordia y Discordia..  Sus conciudadanos, no pudiendo resistir su sabiduría o la posible incomodidad que generaba en los poderosos, lo exiliaron. Nadie quiere escuchar que hace parte una raza de mortales que al devorar y asesinar están siempre desdichados, pues contaminaron su espíritu al sacrificar con sangre. Murió al lanzarse al cráter del Etna para completar en sí el ciclo de los reinados de ambas fuerzas.

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Los monjes tibetanos construyen  durante semanas mandalas de arena, estructuras multicolor de compleja arquitectura donde el detalle se vuelve enlace del color y las formas que alcanzan la armonía. No mucho tiempo después de ser terminados, son destruidos: formas y colores: cúmulo homogéneo de granos de arena.  Empédocles, visionario del tiempo y de la constitución del cosmos, mira desde el centro del mandala cómo el Amor y su fuerza cohesionadora crean el Esfero, una bola tan densa, que de tanta energía y por impulso de Discordia necesita explotar y ramificarse y así crear nuevos mundos, dioses y hombres,  que se disgregarán, en lo que creemos el fin, para una vez más volver a ser Uno, pues el Amor también trabaja en círculos inferiores.  Empédocles ve en los anillos del mandala cómo el Amor lo creó a él o al pez o la muchacha o al señor o a la estaca.  Pero, Discordia, fuerza que separa, incendiará el pez y convocará al agrigentino al magma del Etna: cada obra de Amor en el macrocosmos, en el microcosmos o en la totalidad, serán disueltos por Discordia, para ser otra vez alguna cosa, por gracia de la concordia del Amor. Entropía, madre de ambas fuerzas, vela porque Amor guíe la formación de estructuras y orden en el mundo, y también porque Discordia impulse sistemas hacia una mayor pérdida de información. ¿Acaso Entropía con el juego Cósmico de sus hijos no hará que el esfero explote para que el cosmos se expanda y cree mundos para después volver a ser uno? ¿El Big Crunch? ¿Turritopsis dohrnii? ¿Así en lo macro y en lo micro? ¿Por los siglos de los siglos? ¿Amén? ¿Cúmulo homogéneo de arena o imagen sagrada del cosmos? 

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‘Los cadáveres deberían ser arrojados al estiércol’ (Hr. B 96)

 ‘Los perros ladran al que no conocen’ (Hr. B 96). 

Diógenes Laercio cuenta que Hermipo y Neato de Cizico narran que Heráclito murió embadurnado de mierda para secar el líquido de su hidropesía, los perros, al no reconocerlo, lo devoraron. ¿Querían Hermipio y Neanto burlarse de Heráclito? ¿Acaso no es una injuria morir insepulto y además cubierto de mierda y devorado por los perros? Sin sepultura: la tristeza de Antígona. ¿Sospecharon que esa historia enaltece su muerte?  Heráclito no se enterró en estiércol para secar su hidropesía. Al saber que los médicos no podían hacer una sequía de una lluvia torrencial, decidió morir haciendo eco de sus preceptos: enterrarse en estiércol como cualquier cadáver. Ser abono, alimento de la próxima cosecha; ser energía, alimento de los perros; regresar al fuego. 

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Doce días antes de caerse de la escalera, romperse la cadera, morir, y ser cremada le pregunté a doña Martha que por qué continuaba con la pintura de las ventanas en una tarde tan lluviosa, que si con cuatro pasadas no eran suficientes, si lo hacía en un día caluroso, seguramente podría utilizar menos pintura… Me respondió: ‘No sé mijo, nuestro incendio va por dentro, Dios lo bendiga’. Le pasé la brocha que se le había caído.

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Dicen que todo vuelve al fuego o será juzgado por el fuego. Dicen que Heráclito murió enterrado en estiércol al buscar sequía en una tormenta y que Empédocles hirvió en el cráter del Etna y que doña Martha fue cremada al morir esa lluviosa tarde. Por ahora, sobre muertes no escribamos más, alimentemos nuestro incendio.

Daniel Esteban Salinas

desalinasa@oinopaponton.com